En 1848, Phineas Gage sobrevivió a un terrible accidente que hizo que una barra de hierro se incrustase en su cabeza tras una explosión. A pesar de todo, sus funciones vitales se conservaron casi intactas y se convirtió en uno de los casos más famosos de la neurociencia, ya que el accidente había destruido una parte importante de su lóbulo frontal izquierdo y, sorprendentemente, los daños habían cambiado radicalmente su personalidad y su comportamiento, hasta tal extremo que "parecía otra persona", según contaban sus allegados.
Durante muchos años, los científicos han estudiado y debatido sobre la localización del daño cerebral de Gage y sus efectos. Ahora, por primera vez, investigadores de la Universidad de California (EE UU) han accedido a imágenes cerebrales obtenidas mediante tomografía que se habían extraviado hace una década y las han usado para reconstruir los daños causados por el accidente en tres dimensiones. Según cuentan en la revista PLoS ONE, lo que han encontrado es que el 4% de la corteza cerebral fue seccionada, y que más del 10% de la sustancia blanca del cerebro de Gage resultó dañada. La sustancia blanca está formada por fibras que se encargan de conectar unas regiones cerebrales con otras, lo que nos permite razonar y recordar, y el hecho de que mucho de ese “cableado neuronal” desapareciera podría explicar por qué el comportamiento de Phineas Gage cambió de la noche a la mañana. En concreto, en el caso de Gage, la zona de materia blanca perdida es la que conectaba su corteza frontal izquierda con el resto del cerebro.
Casos como el de Phineas Gage -cuyo cráneo se conserva actualmente en la Escuela Médica de Harvard- ayudan a los investigadores a cartografiar el cerebro y a entender cómo está ligado el “mapa neuronal” a las distintas funciones que desempeña nuestro órgano pensante.
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