sábado, 24 de marzo de 2012

Bosques en 3D captados por satélites europeos


Tener un informe exhaustivo y preciso de la masa forestal del planeta en tres dimensiones es algo difícil de conseguir desde la superficie terrestre. Sin embargo, sí es posible desde el espacio, según los estudios que presenta ahora la Agencia Espacial Europea (ESA), que ha probado que los radares espaciales hacen mapas en tres dimensiones de gran resolución.
Se trata del Pol-InSARM, una técnica de teledetección basada en la información que recoge el Radar de Apertura Sintética (SAR), a bordo de los satélites europeos ERS-1 y ERS-2, lanzados a mediados de los 90. Con esta técnica, el radar envía pulsos polarizados hacia un blanco determinado y de las señales que se autorreflejan en la superficie terrestre se deducen las características de ese terreno.
Cuando el SAR enfoca un área en diferentes ángulos, puede llegar a determinarse su estructura en 3D, lo que ofrece información de la altura de una masa de árboles y su verticalidad, datos muy útiles para estimar la biomasa real.
Esta biomasa en lugares como los bosques tropicales es crucial para almacenar el dióxido de carbono, por lo que la tecnología espacial, según la ESA, podría es muy útil para conocer la situación de ésta en todo el planeta.
Para estudiar esta posibilidad, dentro de la misión Pol-InSAR, los científicos utilizaron los datos sobre los bosques tropicales en la isla indonesia de Borneo, un ecosistema de gran importancia por su potencial para almacenar carbón. El trazado de estos bosques en 3D es importante para determinar la acción del carbón y supervisar los recursos de nuestro planeta. Al comparar los cálculos de altura de los árboles con los datos del satélite, encontraron que la exactitud de la biomasa obtenida era de un 90%.
También probaron hasta qué punto era fiable la altura obtenida para los árboles. En este caso, utilizaron los datos de altitud del bosque de Traunstein, al sur de Alemania, que había recogido el radar en 2003 y 2008. Al comparar los mapas de las dos fechas, encontraron que los cambios eran evidentes: se veían con claridad los árboles altos que habían quedado registrados y también el daño que causó, en enero de 2007, el huracán Kyrill, que destruyó grandes partes del bosque. En otras zonas, sin embargo, el crecimiento de la masa forestal era también evidente.

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